jueves, 19 de julio de 2012

Tercer Sexo

Las recientes pasarelas masculinas demostraron que la unificación de los sexos es un hecho. Miuccia Prada hizo desfilar hombres y mujeres que se confundían unos con otros en la ropa. En la pasarela de Ann Demeulemeester ciertos varones llevaban una melena perfectamente peinada hacia atrás, como las mujeres del desfile Prada. Por la de Riccardo Tisci para Givenchy, Stella Tennant, Saskia de Baw, Iris Strubegger y otras modelos con cortes de pelo a lo varón, se colaron con looks donde la túnica recta y los pantalones pitillo eran similares a los de sus pares varones. Sin entrar en detalle respecto de las facciones de los modelos. ¿Capricho de diseñadores divos o sensibilidad para aceptar que hay una tendencia que camina a la par de lo aceptado y se va colando de a poco?
El descaro del modelo Andrej Pejic vestido de mujer por la vida, por las editoriales y por las pasarelas lo ubica como el dueño de una  confusión que es provocadora y parece ser la exageración a un estilo que pide a gritos que se hable de una nueva alternativa: el tercer sexo. Pejic es más que un impacto visual. Refleja el nuevo look de hoy. En el presente, las nuevas generaciones crecen no solamente con la imagen típica de una mujer. En Pejic también existe la opción de un nuevo estereotipo de persona y de objeto de deseo: sensual, con pelo largo y rubio, boca carnosa y mirada felina en un cuerpo flaco y estilizado, donde su pecho pone en tela de juicio la única imagen típicamente masculina que hasta ahora se conocía. La moda desafía hoy el orden binario. Pero esto no es nuevo. Recordemos a Coco Chanel vestida con prendas masculinas evidenciando la chatura de su pecho en un primer arrebato andrógino. La película Victor Victoria le puso canciones y demostró que un hombre puede dudar de su masculinidad y enamorarse de otro hombre, como cuando el protagonista miraba a Julie Andrews con su pelo engominado que destacaban unos rasgos que lo confundían en un placer apenas culposo. La foto de Helmut Newton de Le Smoking del gran Yves Saint Laurent provocó adeptas al estilo masculino, pero también generó una nueva alternativa encubierta de deseo. La modelo española Bimba Bossé representó el estilo. Y más reciente, Agyness Deyn, la modelo inglesa que, a pesar de su corta carrera, no pasó desapercibida en el fashion business y supo desdibujar los rasgos de su propio género.
La moda, con su fugacidad, es el mejor recurso que tienen las personas para demostrar a través de la imagen donde están parados. Hoy existen hombres vestidos con ciertas prendas de mujer y mujeres que parecen hombres, pero esto no determina sus gustos o preferencias sexuales. Pensar que un hombre porque se viste de manera parecida a una mujer es gay es un pensamiento simplista. Y viceversa. Pero sí es justo establecer que éste fenómeno desdibuja la identidad sexual. Si la moda refleja la sociedad, entonces por las calles de la vida, el tercer sexo avanza a paso firme. Avanza en varones que visten pantalones chupines tan ajustados como los de mujer. Lo vemos en mocasines y abotinados que calzan mujeres con femeninos vestidos floreados o con tailleurs de saco y pantalón al más puro estilo Jil Sander en los años ’90. La libertad de la moda de los últimos años y la pluralidad de las tendencias hacen que los códigos de lo no establecido sean moneda corriente. Hoy un hombre viste polleras de la misma manera que una mujer usa pantalones. El fenómeno va más allá y también hombres y mujeres se parecen en lo físico: pechos planos, pelos largos, ausencia de barba, rasgos indefinidos en pómulos y mandíbulas. Mientras la identidad de género es la identificación que un individuo hace hacia el sexo al que se quiere parecer, la identidad sexual refiere a la conciencia de pertenecer a uno u otro sexo. La moda va mas allá y evoluciona la estética. Algo es claro: hoy la moda propone la ambigüedad como nueva estrategia de marketing, como una excusa más para vender y porque expresa lo que flota en el aire. Pero ojo, cuando los rasgos del propio genero se desdibujan, aparece la atracción por lo indefinido: mujeres que parecen hombres y hombres que parecen mujeres.


Anteojo Infinit modelo Tito

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